jueves, 23 de agosto de 2012



Nunca fui una chica totalmente popular, ni la chica totalmente excluida. Nunca fui, más bien. No tengo ojos claros ni oscuros, tan solo marrones. Ni rubia, ni castaña ni pelirroja, simplemente morocha. Una pancita que asoma y unas piernas regordetas, entre amigas con cuerpos total y perfectamente angostos, fueron suficientes para auto-etiquetarme ‘la gordita del grupo’. Ni obesa ni anoréxica, mas bien “rellenita” como suele decirme mama. Bastante sosa, diría yo.

Vivo en una realidad chamuscada, entre mentiras que yo misma invento y creo. Suelo parecer feliz, siempre riéndome y hablando, pero les prometo que no lo soy. Lloro hasta dormirme, disfruto de la soledad y le temo al punto de la locura a la muerte. Mama quiere llevarme al psicólogo, aunque ya le deje en claro que jamás iría. Considero a la música como lo más lindo que puede existir en el planeta tierra. Amo a mi mama mas que a nada en el mundo, y temo perderla algún día, es por eso que siempre le recuerdo cuanto la quiero, por las dudas. No me gustan los pequeños espacios en blanco que quedan cuando uno pinta. Disfruto de los días lluviosos y a diferencia de más de la mitad del resto de la humanidad me gusta más el invierno que el verano. Reviso dos veces si tengo las llaves en la mano, solo por precaución. La oscuridad, aunque parezca totalmente infantil, me aterra. Soy de las ‘tómalo o déjalo’ es una cosa o la otra, nunca un ‘veremos’. No me gustan los círculos y me asustan los caballos. Me enamoro de la persona equivocada y me empeño enfermizamente en cosas que realmente no valen la pena, por más que sepa como viene la mano. Casi siempre hablo sola en ingles e invento vidas perfectas que sé que jamás viviré. No piso las líneas cuando camino y cuento cuantas baldosas piso. Generalmente soy muy perfeccionista, exceptuando en las cosas que me obligan a hacer. Cuando una situación me supera me desmayo, es como una vía de escape. Me encanta hacer danza. Adoro el ruido del piano, y el frio de las barras y el piso por la mañana, el calor que me dan las polainas que mama alguna vez me tejió, y la satisfacción que da hacer algo bien. Para ser tan pequeña tengo grandes problemas, y el más grande de todos es que nunca expreso como me siento, todo se ocultarlo muy bien detrás de falsas sonrisas. Suelo llorar por las noches cuando el miedo me consume. Despertar por las mañana siempre con esa sonrisa rota, falsa. Caminar sin ganas a donde deba ir. Responder e intentar hacer como si no me callera a pedazos. Lo reconozco, también soy feliz… de vez en cuando. 

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