Nunca fui una chica totalmente popular, ni la chica
totalmente excluida. Nunca fui, más bien. No tengo ojos claros ni oscuros, tan
solo marrones. Ni rubia, ni castaña ni pelirroja, simplemente morocha. Una
pancita que asoma y unas piernas regordetas, entre amigas con cuerpos total y
perfectamente angostos, fueron suficientes para auto-etiquetarme ‘la gordita
del grupo’. Ni obesa ni anoréxica, mas bien “rellenita” como suele decirme
mama. Bastante sosa, diría yo.
Vivo en una realidad chamuscada, entre mentiras que yo misma
invento y creo. Suelo parecer feliz, siempre riéndome y hablando, pero les
prometo que no lo soy. Lloro hasta dormirme, disfruto de la soledad y le temo
al punto de la locura a la muerte. Mama quiere llevarme al psicólogo, aunque ya
le deje en claro que jamás iría. Considero a la música como lo más lindo que
puede existir en el planeta tierra. Amo a mi mama mas que a nada en el mundo, y
temo perderla algún día, es por eso que siempre le recuerdo cuanto la quiero,
por las dudas. No me gustan los pequeños espacios en blanco que quedan cuando
uno pinta. Disfruto de los días lluviosos y a diferencia de más de la mitad del
resto de la humanidad me gusta más el invierno que el verano. Reviso dos veces
si tengo las llaves en la mano, solo por precaución. La oscuridad, aunque
parezca totalmente infantil, me aterra. Soy de las ‘tómalo o déjalo’ es una
cosa o la otra, nunca un ‘veremos’. No me gustan los círculos y me asustan los
caballos. Me enamoro de la persona equivocada y me empeño enfermizamente en
cosas que realmente no valen la pena, por más que sepa como viene la mano. Casi
siempre hablo sola en ingles e invento vidas perfectas que sé que jamás viviré.
No piso las líneas cuando camino y cuento cuantas baldosas piso. Generalmente
soy muy perfeccionista, exceptuando en las cosas que me obligan a hacer. Cuando
una situación me supera me desmayo, es como una vía de escape. Me encanta hacer
danza. Adoro el ruido del piano, y el frio de las barras y el piso por la mañana,
el calor que me dan las polainas que mama alguna vez me tejió, y la
satisfacción que da hacer algo bien. Para ser tan pequeña tengo grandes
problemas, y el más grande de todos es que nunca expreso como me siento, todo se ocultarlo muy bien detrás de falsas sonrisas. Suelo
llorar por las noches cuando el miedo me consume. Despertar por las mañana siempre con esa sonrisa rota, falsa. Caminar sin ganas a
donde deba ir. Responder e intentar hacer como si no me callera a pedazos. Lo
reconozco, también soy feliz… de vez en cuando.

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